Director: Daniel Alfredson
Se deja ver... pero hasta ahí
Una película que sobrevive gracias a que narra los
interesantes hechos que rodearon el secuestro de Alfred Heineken por allá en el
año de 1983, pero que no logra armar una historia sólida ni convincente y que
peor aún desperdicia a un actor como A. Hopkins, entregándole tan solo unas
cuantas líneas en el desarrollo de esta historia.
Incluso está permitido decir que en menor medida también
se desperdician las actuaciones de Jim Sturgess y Sam Worthington, al
asignarles un guion sin grandes diálogos y sin posibilidades de ahondar en sus
personajes.
En cuanto a la banda sonora, no es que sea mala sino que
simplemente no hay tal, y aquí es mucho lo que se pierde y lo que se le queda
debiendo al espectador cuando una historia como esta, ubicada en los años 80s
en Europa occidental no es correctamente musicalizada con la infinidad de
material disponible para tal época.
Así que si se le llega a pasar y no alcanza a verla en
cine no se preocupe, verla en casa no hará ninguna diferencia y le podrá ser
útil mientras espera a que su novia esté lista para salir o para alguna noche
de insomnio.
Calificación personal: 6.5/10.
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